En algunas ocasiones una persona puede encontrarse en un lugar en el cual conoce a mucha gente. Luego, con el paso del tiempo y en el momento indicado, puede tener que decidir como desea seguir, y a quien va a escuchar.
Es en ese momento en que el sujeto conoce intrínsicamente los íntimos deseos de su corazón.
Es que frente a una decisión que debe tomar, ocurre que se le presentan como mínimo dos opciones a seguir.
Vamos a pensar que una es buena y la otra es mala. El camino saludable (opción buena) se encuentra cubierto de sabios, sinceros y cálidos consejos. A diferencia de la opción mala que haya un soporte oscuro el cual no puede ser percibido en ese momento. Pues captarla implicaría comenzar a reconocer una realidad la cual hasta el momento había sido desconocida.
Pareciera que, muchas veces, cuando nos encontramos frente a un cambio que decidimos tomar, es que tenemos dos vocecitas (como mínimo): una que nos susurra anda para aquel lado, y la otra que nos dice anda pero para el otro lado.
Probablemente, nosotros sabemos cual es la elección más apropiada para nuestra vida pero permitimos que otra voz nos sabotee aquello que ya nos ha sido destinado.
Intentaré relacionar lo anterior con la siguiente cita bíblica que aparece en el libro del GENEIS: “…la serpiente era astuta…la cual dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? (Capítulo 3, versículo 1); “…y vio la mujer que el árbol era bueno para comer…y comió…”(Capítulo 3, versículo 6).
En este caso la mujer sabía que era lo bueno que tenía que hacer pues Dios (opción buena) ya se lo había dicho pero ella, lo desobedeció y escuchó a la serpiente (opción mala) la cual puso en duda la palabra de Dios.
Lo que la Biblia enseña es que muchas veces nosotros ya tenemos sabido que es lo que debemos hacer. Pero si nosotros adoptamos una posición dubitativa, acá es donde corremos gran peligro pues según a que voz escuchemos, nuestra vida podrá ser infinitamente bendecida o no.
Hasta la próxima...infinitas bendiciones...!!!!!
