Hoy es un día grisáceo. A través de la ventana
cercana a mi escritorio puedo observar una variedad de árboles. Algunos son muy
altos y frondosos. Otros, en cambio, son más bajos y menos tupidos. Pero todos
ellos tienen algo en común. Y es que están siendo regados con abundante lluvia.
El agua potencia su crecimiento. Además resalta el fresco y natural verdor de
sus hojas.
El origen de cada árbol es una semilla
que fue creciendo y prosperando conforme al propósito de Dios, hasta lograr su
máximo esplendor…¡Gloria a Dios, nuestro Padre Celestial y Creador de todo lo
que existe!
Cuando pensamos en una semilla vamos a
imaginarla representativa del origen de algún bello objetivo, proyecto
y/o sueño. Y es que todo lo bueno que hacemos para nuestra vida, será de
bendición para nuestra familia, nuestros amigos, e inclusive dentro del ámbito
laboral, por más aguerrido que sean las personas o situaciones que lo rodean.
“Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de
alabanza, en esto pensad." (Filipenses 4:8)
El que siembra semilla de paz, que es
un don de Dios, cosechará paz.
Antes de plantar una semilla o de retomar
el riego en aquella que fue abandonada, quizás nos preguntemos: ¿cómo hacemos
para darnos cuenta si ello que creemos se encuentra dentro la voluntad de Dios?
Y la respuesta la podemos encontrar a
través de Pablo: “…más nosotros tenemos la mente de Cristo.” (Corintios 2:16) Y
aquí aparece la sabiduría espiritual, que se mueve en un terreno sobrenatural.
Cuando nosotros, por ejemplo, queremos
plantar una semilla, y para ello decidimos tomarnos de alguna promesa de Dios,
sepamos que ya está cumplida, si es su voluntad. De este modo nuestra semilla
ya está empezando a crecer.
Para que perdure, pudiendo germinar en
condiciones adecuadas, recordemos que tendremos que abrir nuestra cabeza para
que ésta piense acorde a la mente de Cristo.
Jesucristo desea una vida colmada de
cosas buenas para nosotros, por ello es que a través de tantísimos pasajes de
la Biblia nos habla de la FE, OBEDIENCIA y ESFUERZO.
En todo este proceso de crecimiento de
la semilla que decidimos plantar, será importante recordar la enseñanza de Juan
(8:47): “El que es de Dios las palabras de Dios oye...”. Para ello leamos la
Biblia y también estudiémosla… Y el Señor nos seguirá alentando y guiando en
continuar con nuestras buenas acciones y en corregir aquellas erróneas
(pecados).
¡¡¡ Bendiciones !!!
|